13 ene 2012

Un domingo cualquiera: resaca de verdades (Cuarta parte)

El texto de esta entrada se escribió entre el 18 y el 27 de diciembre de 2011, siendo publicada el 13 de enero de 2012.



Cofradía del Cristo de la Buena Muerte

Habiendo dejado atrás la Cofradía del Cristo de la Buena Muerte, me despido de mis amigos a la altura de ciertos grandes almacenes que en Málaga rozan el estatus de monumento, ante la falta de ellos en la ciudad. Esperando a que el semáforo se ponga en verde, veo acercarse un coche que termina por detenerse, apurando la frenada, delante del paso de peatones. Luz verde, puedo pasar. Lo hago con la cabeza agachada, sintiendo la mirada de los ocupantes del coche, como si pudiesen leer de mi mente las reflexiones que he hecho durante la caminata. Termino de atravesar la avenida y me dirijo a la entrada de la estación de tren que queda al lado del mastodóntico otrora edificio de Correos.


Edificio de Correos

Toca pagar el billete de vuelta, 2,20 euros. 'Menudo sablazo, mamones', murmullo. Rebusco en mi carterilla y me pasa lo de siempre, 2,10 en monedas y un billete de 20 euros. No queda otra que usarlo y recoger la chatarra que me va a devolver la máquina. Aprovecho para ir al servicio de la estación antes de que salga el próximo tren. Me miro al espejo y me encuentro feo y pálido. '¿Cómo coño te van a querer con esta cara?'. Escucho el tren llegar. Aunque tarda unos minutos en salir, me gusta montarme en él y acomodarme en uno de sus asientos.

Ya sentado, abro el móvil para distraerme toqueteando botones al azar. Caigo en 'Agenda' y una fuerza me impulsa a bajar hasta encontrarla: Zamcam. Me da un vuelco el corazón. 'Has resucitado de entre los muertos, maldita'. Zamcam sin ser Zamcam. Las letras de su nombre dibujan su mirada, su seña de identidad. Pulso y me aparece un teléfono: 655...... 'No, no eres tú. Por supuesto, ¿cómo ibas a serlo?'. Tengo que ser fuerte y sacar la pala con la que enterrarla definitivamente. El enterramiento como símbolo del obligado olvido. Otra vez enterrando a alguien a quien quiero, un gesto de dignidad ante un público inexistente que me aclama que lo haga. La medicina para mi recuperación anímica.

Tititititititi. Las puertas del tren se cierran. Apoyo mi cabeza en el respaldo, dejando mi cuerpo sin fuerzas, totalmente derrotado. Ladeando la cabeza y apoyando la mejilla izquierda contra el hombro, alzo la mirada. Miro mi reflejo en el cristal del tren y me pierdo pensando en las innumerables asociaciones que durante estos meses he ido haciendo a su persona. El rosa no volverá a ser un color cualquiera. Granada, ciudad en la que viví las últimas esperanzas, será siempre la capital de su recuerdo. Su coche negro, presente en todas partes, sembrará en mí la curiosidad por ver si es ella quien se esconde tras el volante. El rosa y el dorado que tiñen la Feria de Málaga se fundirán en el horizonte de sus hombros. El calor agobiante paliado por agua vaporizada me evocará su piel. Y el Día de los Fuegos será el de su renacimiento oficial en mi memoria. Y así con muchas más cosas, como si desde siempre hubiese estado presente en mi vida. Me muerdo el labio inferior por dentro, con la boca cerrada, intentando contrarrestar la amargura. Cierro los ojos con pesar, dejándome llevar por un falso sueño que me aisle de mis pensamientos.

'Next stop, Benalmádena' grita la megafonía del tren. Mágicamente me despierto, in extremis, de la inesperada cabezada. Bajo del tren y paso por los torniquetes, empujándolos como si me hubiese dejado el alma en aquel vagón. Abandono la estación y enfilo la cuesta que conduce a mi casa, sintiéndome defraudado, como si cada vez que saliese esperase la casualidad de mi vida, la más grande; aquélla que me hiciese olvidar mis desdichas. Aquélla que me proporcionase por arte de magia las cosas que deseo, nada del otro mundo, y que siempre he pensado que merezco. Me quito la chaqueta de cuero de imitación y la camisa. De nuevo calabaza. Me meto en la cama y suspiro al tiempo que susurro: 'tengo que borrarla'. Reminiscencias de la Feria de Málaga se convierten en banda sonora de este momento: 'Ojalá no te hubiera conocido nunca' Otra noche de absurdas ilusiones ha terminado, 'mañana' será un nuevo día y puede que me levante a darle vueltas a todo lo que he pensado, lo descodifique y , ¿por qué no?, lo plasme en una nueva entrada...

Un domingo cualquiera : resaca de verdades (Tercera parte)

El texto de esta entrada se escribió entre el 18 y el 27 de diciembre de 2011, siendo publicada el 13 de enero de 2012.


Llegamos a la altura del puente de la Trinidad. Mis amigos siguen hablando de mujeres.


Paseo de Santa Isabel y Puente de la Trinidad


- Recordadlo siempre, todas es todas - les interrumpo.
- te-de-ese pe-te-ese, no? - Me dice riéndose el francés, que ha aprendido perfectamente el lema.
- De verdad que no las entiendo, cuanto más intentas hacer las cosas bien peor se comportan. Joder, ¿qué necesidad hay?
- Sí, por eso hay que meterles caña y aprender a pasar de ellas si quieres conseguirlas.

Pero si yo paso de todas, el 99.99% de las mujeres me sobra. No logro comprender cómo los tíos son capaces de acostarse con casi cualquier tía, por no hablar de los períodos de sequía, en los que el filtro se les agranda tanto que por ahí podría pasar un trailer. Estoy harto de escuchar a los clásicos guarros decir que para que una mujer te haga caso tienes que pasar de ella ¿Pero estamos locos? Este comentario sólo puede provenir de un ser cuya meta sea conseguir acostarse con la chica de turno, porque por lo demás le importa más bien poco. Es decir, yo que necesito que la candidata cumpla una infinidad de requisitos, que no encuentro disfrute ni pasión si no es por medio de la atracción mutua, ¿voy encima a fingir una actitud que no demuestra lo que deseo ni lo que pienso? Si ella no quiere nada, pues no hay problema, pero al menos quiero salir derrotado siendo yo, porque realmente es así cuando logro disfrutar plenamente de alguien. Querer sin querer y sin querer, queriendo. Demostrar justamente lo contrario de lo que se siente, absurdez extrema.

No entiendo a las mujeres y mira que siempre se lo pongo muy, muy fácil, hablándolo todo desde el principio para que no haya malentendidos que nos lleven al enfado, al reproche, al distanciamiento... ¿Por qué habría que hacer las cosas mal? Uno de las grandes preocupaciones de las mujeres es la de poner en juego su reputación durante sus encuentros 'amorosos'. Pero en la difícil empresa de querer vencer a su propia naturaleza, la cagan todavía más. Primer ejemplo que se me viene a la mente: una mujer tiene ganas de sexo con un hombre al que apenas conoce. Pongamos la situación más sencilla para ambos: ninguno de los dos tiene pareja. Aquí, uno de los temores de la mujer será el de ser tachada, injustamente, de PUTA. Evidentemente, el disfrute sexual en tales circunstancias no debería conllevar crítica alguna. Otra cosa es, tanto para él como para ella, la elegancia con la que se lleve a cabo el proceso, aunque ésta es una cuestión de gustos. Sin embargo, intentando reducir el riesgo de crítica, ellas suelen introducir en la historia una innecesaria componente amorosa o una que, por lo menos, no deje entrever por su parte un simple interés carnal, cuando, obviamente, están en todo su derecho de tenerlo. Empiezan a vender el tema como una historia en la que hay sentimientos, afinidad, feeling,... Cuando realmente no hay motivos para hacerlo, aunque el miedo por ganarse mala fama les empuje a ello. Habrá hombres que se acostarán con la tía y adiós (ése era el 'acuerdo') pero habrá otros que, confundidos por las señales de la chica, desarrollarán un sentimiento por ella, se engancharán. He aquí el desaguisado. La mujer quería sexo, como el hombre (algo absolutamente natural) pero para no sentirse como una PUTA, decide edulcorarlo todo y darle un toque algo especial. El tío se ilusiona y la tía desbarata todo siguiendo uno de los siguientes caminos:

a) 'Me gustas mucho pero necesito estar sola'. Traducción: 'Has estado bien por un tiempo, pero eres el clásico hombre de transición, ese que sirve de eslabón entre los tíos que nos ponen a cien de verdad'.
b) Desaparece - altamente probable dadas las circunstancias -. No te cogerá el teléfono en días para finalmente resucitar y mandarte un sms del tipo: 'Ey, ¿qué haces? Esto es un no parar con mis amigas jejejejeje. Muaks, guapísimo'. En este caso, ya han desmontado el chiringuito cual vendedor de top manta: tirón y salida por patas con el género de tus sentimientos al hombro. Es un mensaje - postal. Sí amigo, te están escribiendo desde muy lejos, desde una encantadora aldea llamada Lapolla del Otro.
c) Te hacen quedar como un loco achacando a tus ilusiones creadas un origen esquizoide
.
Ni que decir tiene que el caso de arriba puede ser protagonizado por un hombre en el papel de cabrón de turno.

Estas tres opciones pueden aplicarse, indistintamente, como respuesta a muchas otras situaciones. En el caso de Zamcam, ella eligió el comodín de la desaparición silenciosa. Mi manera de actuar ante tales circunstancias es siempre la misma. Para empezar, la tía pasa a convertirse para mi, sin duda, en la mayor hija de puta habida y por haber. Quizás esta conclusión no la saque de partida, por tener todavía fresco el falso reflejo de su personalidad; una personalidad que, generosa e ingenuamente, me he dedicado a enaltercer. A esta fase le sucederá la del odio, en la que se entremezclarán las ganas por verla con la confrontación de los motivos 'reales' - nunca te los ha dado ni te los dará - por los que concluyes a los que se debe su desaparición. Fase ésta que pasa a continuación a ser sustituida por la de asco. Un asco sin rencores, el mismo que te da la mierda pastosa que pisas por la calle y que te hace sentir sucio. Y para terminar, la fase de indiferencia, mi favorita; la de la liberación y la paz conmigo mismo. Tras un largo tiempo he alcanzado un veredicto, ya no hay dudas, esa persona ha caído en el olvido como consecuencia de sus actos. Porque mi indiferencia es real, como si esa persona no existiese. No esa falsa indiferencia con la que la gente pretende, paradójicamente, llamar la atención de la otra persona o, en el más absurdo todavía, pensar que dicho estado, en la distancia, generará unas ondas que llegarán a la casa de la persona que falsamente se pretende ignorar para que, de un salto a lo zombi y como si tuviese un resorte en el hojaldre, llame a tu casa a saber de ti y decirte que eres el hombre de su vida (¡oh, sí!). No. Cuando alcanzo la indiferencia hay paz. Los actos de la persona en cuestión habrán derribado las virtudes que, equivocadamente, le había atribuido. Así pues, al igual que llegué a meterla en mi corazón por sus cualidades, la saco de él al comprobar que, en verdad, no cumplía ninguna de ellas. Y, se puede entrar en él, pero una vez que se sale es para siempre.

Enlace a la Cuarta Parte

12 ene 2012

Un domingo cualquiera : resaca de verdades (Segunda parte)

El texto de esta entrada se escribió entre el 18 y el 27 de diciembre de 2011, siendo publicada el 12 de enero de 2012.


- ¿Y tú qué, llegaste a hablar con la otra? - añado para reengancharme a la conversación, sin dejar de lado mis divagaciones. Tanto es así que sigo recto, por inercia, en el cruce de calles en el que nos encontramos, a la salida de la Calle de los Mártires. Mis amigos me hacen un gesto sincronizado con sus cabezas, como diciendo 'por ahí no, por la derecha'. Rectifico mi trayectoria y los alcanzo. Estamos en Calle Compañía.


Calle Compañía

- ¿Pero qué otra, la del grupo de tres del London?' - me responde .

Esta calle es más abierta que las anteriores, la humedad y el frío se notan todavía más así que,sin sacar las manos de los bolsillos, tengo el acto reflejo de juntar las piernas. El gesto deja claro que estoy 'pelao'. Precediendo mi respuesta de un escalofrío, para terminar de entrar en calor, le digo:

- Sí...esa...la de ese grupo. Ya no sabía lo que le había preguntado ni con que intención, puesto que en ningún momento había abandonado mi estado de abstracción.
- ¿Esa? Era simpática pero ...

Sin darme cuenta devuelvo la conexión a mi debate interno. Ya no oigo lo que me dicen, el sistema de navegación está listo para llevarme, como el sonámbulo al que guía la Providencia, a la estación de tren.

Y todos estos pensamientos por su culpa. 19 días y quinientas noches ... Mi 'noche' empieza ahora, así que todo correcto señor Sabina, tenía usted razón. No he podido cumplir todas las medidas que planteé para ayudarme a olvidarla. Cierto es que borré su número de móvil, sus sms, su Facebook ...aún así no pude hacer lo propio con el jodido Messenger, probablemente porque, de manera inconsciente, supuse que sería el medio más fácil por el que se podría poner en contacto conmigo. Ya se sabe, hablar y hacer el paripé por ese medio no cuesta tanto. Aún de haberla borrado, no la hubiese olvidado tan fácilmente ¿Cómo podría haberlo hecho? Zamcam apareció una noche de verano, una de ésas en las que no esperas nada de la vida... era perfecto. Qué lejos queda todo ya. Se ha convertido en algo abstracto y concreto a la vez, un punto en el sistema de coordenadas de mi memoria. Un inabordable problema matemático sin solución: la conjetura de Zamcam.

Todo bien planteado, todo hecho de maneral natural. Dos personas que parecen ser exigentes y que se gustan al mismo tiempo y ni aún así salió bien. No había ningún desfase entre la actitud de uno y otro y eso hizo que la cosa se desplazase, en principio, como lo hace una barca en un mar en calma, dulcemente, sin dudas. Joder, me gustabas sin fisuras. Me autoimpuse no intentar nada contigo para no sufrir, para no tener que llegar a odiarte y, así, conformarme como mínimo con verte otra vez con el tiempo. No, tú me diste razones para creer, para asomar mi cabeza fuera del caparazón, para que, finalmente, cambiases en la distancia y desaparecieses. Maldita, como diría Jeremy Irons en 'Lolita', tu eras mi 'redención', ésa que de un plumazo borra tus sinsabores pasados y te llena de la justa satisfacción que supone haber encontrado lo que siempre habías querido. No querer verme y decir que yo me equivocaba es de auténtica hija de puta, pero al menos hubieses quedado como una señora si me hubieses dicho la verdad, una actitud acorde con el tipo de persona que pensaba que eras: franca y sincera, la que no tiene nada que esconder. '¿Yo no sé qué tipo de tías conoces tú?' Evidentemente, las que se te asemejan, pero menos sofisticadas en el arte de quedar bien y la mentira. Chapó, una nueva generación de mujeres que podría romper los esquemas de tíos tan exigentes como yo.

Enlace a la Tercera Parte

11 ene 2012

Un domingo cualquiera : resaca de verdades (Primera parte)

El texto de esta entrada se escribió entre el 18 y el 27 de diciembre de 2011, siendo publicada el 11 de enero de 2012.

La una pasada. Me acabo de despertar pero no pienso moverme de la cama. Los domingos son el Día del Señor para unos y jornada de reflexión para otros. Sumergido en el nórdico, dejo asomar sólo los ojos, perdidos en la 'infinidad' de la pared de mi cuarto, pantalla de proyección de mis pensamientos. ¿De qué me sirvió salir ayer? Recorro mentalmente cada una de las discotecas que visité, las cosas que hice y cómo acabé haciendo el mismo camino de vuelta al tren, como cada fin de semana.

- Bueno, ¿nos vamos? Yo ya estoy algo cansado - digo.

Abandonamos el último lugar visitado, nuestra última parada siempre que salimos y a la que solemos acudir religiosamente en torno a las 4 de la mañana. Estamos en la puerta del pub, porque eso no merece llamarse discoteca, ni lo pretende. De calle Comedias, donde nos encontramos, a la Alameda, donde cojo el tren, hay un trecho importante. Empezamos a andar. Joder, hasta en Málaga hace frío en invierno a las 5-6 de la mañana. El resultado de las expediciones nocturnas por el centro de Málaga, al menos en el sector masculino, se mide en estos momentos, cuando el nivel de silencio del grupo dictamina la productividad de la jornada. Nuestro buen humor dice que ha estado bastante bien.


Calle de las Comedias

- Tío, ¿sabes cómo se llamaba la que me ha dado el número de teléfono? - pregunto .
- ¿Cómo? - replican mis dos amigos acompañando su interés de una sonrisa de complicidad.
- Zamcam - respondo mirando al que estaba algo al tanto de la historia - No, pero espera, ¿a que no sabes de qué trabaja?
- No - me contesta el francés, casi riéndose.
- M-a-e-s-t-r-a. Sí, sí. Ahí, haciendo daño.
- Jajajaja.
- Puf, me cago en su puta madre...

Pasamos al lado de la Iglesia de los Mártires, donde los 'acabaos' de cierta discoteca se sientan cabizbajos meditando sobre sus borracheras; con el mal de conciencia asomando por saber que, mientras sus padres duermen, ellos invierten el dinero en acabar potándolo en algún callejón malagueño - Sí, Málaga Capital Europea de la Cultura y tal y tal-.


Iglesia de los Mártires

- Pues estaba muy bien la tía, eh, me ha pedido el Messenger. - contraataca el francés.
- Claro, tío, molaba - intervengo para que se quede más tranquilo. Mentira, era un orco. Cuando uno está reventado y pensando en sus cosas pone el piloto automático de las respuestas cortas en ON y el sentido arácnido hace el resto: ¡sí, soltar frases coherentes a oídos de tu interlocutor aunque no te estés enterando de una mierda!

El frío me despierta de la sedación que supone una noche de juerga, me da dos tortas y me reinicia en modo 'cómete la olla, gilipollas'. No sólo eso, también tiene la propiedad de acentuar en mí la sensación de fracaso y devolverme a la realidad de mis miserias cotidianas. No debería haberla mencionado ni en broma.

Pensando en ella, se me agolparon en la cabeza varias cuestiones. 'Las personas vienen y van sin mirar atrás. Entran en tu vida, hacen aflorar en ti sentimientos y desaparecen con ellos con total impunidad', pienso. '¿Cómo puede la gente tener esa facilidad para desprenderse de aquél que un tiempo fue su amigo, su pareja, el germen de una posible relación ...?' No dejo de darle vueltas a que la mayoría no tiene ningún apego por nadie. Albergan en su interior espacios destinados al 'Amor' y a la 'Amistad' que necesitan llenar a toda costa. No les importa tanto la calidad como la cantidad, pecando muchas veces de un diogenismo sentimental con el que pretenden parecerse al resto de sus congéneres. Lo han conseguido. Bajando el listón de sus más profundos deseos tienen 'pareja' y amigos como cualquier persona normal. La falta de honestidad consigo mismos acaba cobrándose por víctimas a aquéllos que los rodean: mentiras, hipocresía, deslealtad, juego sucio, desprecio y desaparición. En su propio error de no saber elegir lo que realmente quieren, acaban castigando a los demás. Esa extraña lucha del ser humano por no tomar su propio camino. Ese pavor por estar haciendo algo que se sale de lo convencionalmente establecido.

Si el tarro que antes ocupaba la despensa del 'Amor', sobra, directamente se tira. Sin mirar atrás. Sin afecto ¿Por qué? ¿Acaso su afán por encontrar a alguien que llene cualquiera de aquellos cubículos les hace aceptarlos fácilmente, y tan fácil como son aceptados son rechazados? Busque, compare y si encuentra algo mejor, quédeselo. Gente de usar y tirar. No lo entiendo y nunca lo entenderé. Siempre me ha costado un mundo que me caiga bien alguien como para hacerme su amigo. Repito, a-m-i-g-o, que no contacto del Facebook. Soy honesto conmigo mismo para serlo también con los demás. No engaño, no me engaño. En el caso de las relaciones sentimentales, la cuestión se complica todavía más. La chica en cuestión tendrá que ser física y mentalmente atractiva; de mente abierta a otras culturas y otras ideas; justa; coherente; con un humor extraño, aquél desarrollado por observación de las pequeñas cosas, las debilidades de uno mismo y las de los demás. Capaz de entretejer las tan inevitables como necesarias conversaciones banales con el sabio hilo de la inteligencia de sus emociones. En definitiva, una chica a la que poder contemplar con admiración. Y con una mirada humana, muy humana ('sensilla', 'sinsera', que diría el frikazo de Salvador Raya) que transmita debilidad, que no flaqueza. Una señal de stop a aquéllas que van por ahí con una mirada cuasi robótica y que no sugieren nada. Luego, de cumplirse mis más estrictas premisas, ¿cómo iba a olvidarme de estas personas? ¿cómo iba a prescindir de su presencia en mi vida de la noche a la mañana?

Enlace a la Segunda Parte