30 oct 2011

Zamcam (Primera Parte): El (Re)Nacimiento

Tengo decidido que cuando termine de redactar esta entrada la borraré de mi vida...

Zamcam (nombre ficticio) apareció por casualidad en una de esas noches en las que no esperas absolutamente nada de la vida, aún siendo una fecha señalada como lo es el día de los fuegos artificiales con los que se inicia la Feria de Málaga. Dos miradas suyas a mi grupo de amigos hicieron que me fijara en ella. No me llamó especialmente la atención su físico sino su naturalidad. No, no me gustó de aquella manera. Eso me hizo estar seguro de mí mismo y pedirle, cuando alguien de nuestro grupo se dispuso a hacer una foto, que se uniera a nosotros. Amablemente, con una sonrisa, se acercó y posó. A partir de ahí empezamos a hablar, conversación a la que se unió una amiga suya. Por mi parte no había ningún interés hacia ninguna de las dos, pero cuando conoces a dos mujeres simpáticas y agradables, cosa que brilla por su ausencia en estas tierras, te apetece tener un momento de diversión.

Si bien la otra chica, Elizabeth - de ésta si voy a decir su verdadero nombre - era muy dulce, Zamcam se mostraba muy correosa. Me pinchaba y me replicaba, pero sin ser grosera, con un toque provocador y simpático a la vez. Cuando una chica empieza de esta manera resulta prometedor, pero llevábamos cinco minutos y la tía no soltaba frase que no fuese para llevarme la contraria. Sería ella la que, días más tarde, me recordaría lo que le dije entonces: '¿Sabes lo que está pasando que no suele pasar casi nunca?'. 'No...' - respondió ella -. Y, demoledoramente, concluí: 'el antifeeling'. No fue bruscamente, ni con intención de joder, fue con ese aire vacilón y buenrollista con el que se pretende finiquitar una conversación. Difícil de explicar.

No sé si justamente en ese momento empezó a hablarle un amigo mio, francés y bastante ligón. Aquí cabe hacer el inciso de que no me entrometo cuando mis amigos hablan con chicas, o al menos no hago por apartarlas de ellos. Vamos, que tendré que darle un toque de atención la próxima vez. En fin, la cosa es que Zamcam hablaba con él tranquilamente y no parecía hacerle ascos o, por lo menos, no tenía el comportamiento que había mostrado conmigo. Eso, curiosamente, me molestó. Me di la vuelta y pasé del tema, aunque entre medias pude oír cómo él le decía que se viniera a la Feria de Día al día siguiente. Me pareció ver que ella asentía, así que pasé del todo.

No sé cómo ni porqué, terminada su conversación con mi amigo, me pisó. Ahí ya le dije que me estaba llegando a agredir y no recuerdo cómo me golpeó, sin querer, con un anillaco tamaño XXL. A partir de ahí 3 ó 4 risas y ya me encontraba inmerso en la fase 'Me gusta'. Me di cuenta yo mismo en el instante en el que señalé a otra chica de su grupo, su hermana, y le pregunté que quién era. Sí, lo hice para ver su reacción. Amablemente, me dijo: 'Te la presento, es mi hermana. ¿A que es muy guapa?'. Obviamente, dije que no, prefería hablar con ella. Estuvimos haciéndolo un buen rato al lado de la barra. La barra me da seguridad aparte de apoyarme en ella, tiene su propia gravedad y aleja a mis compañías de la pista, donde soy un auténtico desastre. Ahí estuvimos hablando de todo y de nada; es más, no me dejaba hablar. Yo estaba flipando - me río sólo de recordarlo -. Aún así me gustaba.

Es curioso, si alguien me hubiese dado a leer el guión de esa noche habría descartado a su personaje en un santiamén. ¿Yo tratar con alguien así? Jamás, hombre. Pero como siempre digo es el 'cómo' y no el 'qué' lo que hace que te guste alguien. Su manera de hablar, de mirar,etc... dejaban entrever que era una persona inteligente, con riqueza de pensamientos y puntos de vista. En el fondo de mi ser, se trata siempre de que me guste una mujer a la que pueda admirar. A sus divagaciones y gestos extraños había que añadir vaciladas del calibre 'uy,uy, a ésta le voy a partir la cara', a cada tía que pasaba. Aclarando siempre que no lo hacía de una manera barriobajera o avergonzante. Entremedias -sí, porque a cada frase cuerda le seguía una jodida locura - me contó que era maestra en cierta ciudad a unos 400 km de Málaga, aunque era originaria de otra ciudad andaluza, que tenía 28 años y que iba a estar lo que quedaba de mes en casa de su hermana, que residía por estas tierras. Tanta locura me hizo desistir de hacer nada, aunque yo seguía ahí porque esa chica me transmitía carisma y porque -porqué no decirlo- me lo estaba pasando bien. No soy para nada uno de esos babosos que aguantan ahí para, diciéndolo como hay que decirlo, METERLA EN CALIENTE. Además, que no es mi estilo.

Su hermana y el resto de su grupo de amigos habían salido de la discoteca para marcharse. Al pasar por nuestro lado, de camino a la salida, la hermana le hizo un gesto en plan 'oye, nos vamos'. Ahí ya vi que tenía que pedirle el teléfono. Qué menos. A ver si podíamos quedar tranquilamente o lo que fuese. Abrí el móvil - sí, es una reliquia de las güenas, güenas, oiga - para que me dijera su teléfono. Pasó, se alejó ligeramente de mí y se quedó mirando hacia la salida, que quedaba bien lejos. Tenía la mirada perdida. Volvió a mirarme y volvió a repetir el gesto de mirar hacia la salida... Se acercó en silencio y tecleó su número de teléfono. Ahí le solté un 'vale' al tiempo que cerraba la 'cascarria'. No era un 'vale' rencoroso, fue con mi media sonrisa entre simpatía y alucine. Sí, creo que es una sonrisa mía propia, con su trademark y todo.

Así que le propuse despedirnos, ya que no dejaba de mirar a la salida. Se quedó callada y volvió a mirarme en silencio, ya la tenía en frente. Repitió el gesto de mirar a la salida. Palabra, empezaba a sospechar que padecía algún tipo de manía o locura, fue cosa de un instante, disipado cuando, mirándome totalmente en silencio, y al decirle yo 'bueno...' esperando dos besos normales y corrientes, me besó. Que hija de su maaadre. Me había puesto al borde de pedir una copa con poco hielo y mucho Lexatin durante toda la noche y resulta que se había hecho la interesante... ¡¿Y qué más da?! Todo eso ayudó a potenciar el momento de besarnos. Si no hubiese sido así estaría hablando de un buen beso, pero no tan especial. Porque especial sin duda que lo fue. Después de estar besándonos un rato ella me recordó que tenía que irse, que su hermana la esperaba a la salida de la discoteca. La acompañé a la puerta pero no se qué pasaba que no se podía salir. Así que nos volvimos a mirar y otra vez igual. Allí pudo dar gracias de que estábamos en una discoteca porque sino me la hubiese comido entera.

Joder, no recuerdo haberme besado con alguien de esa manera y que fuese 100% sincero. La encontré atractivísima, preciosa. Después de un buen rato - bastante más largo que el inicial - la acompañé a la salida. La hermana estaba sentada en un bordillo, con Elizabeth a su vera. Lo más impactante es que tenía pose y mirada de tío, cual padre que acaba de toparse con el quinceañero que le ha comido los morros a su hijita, vamos que a la hermana se la iba a comer pero en mi caso se estaría cagando en toda mi línea genealógica. Empezó una pequeña discusión entre ellas, así que le tuve que decir que me iba. La dejé ahí y regresé a la discoteca con una sensación de satisfacción que no se me olvidará nunca.

Enlace a la Segunda Parte