19 mar 2011

Vita

Son las 6 de la mañana y no puedo dormir. Hoy es sábado, bueno, domingo, y me he acostado a las 10 de la noche. Deduzco que me he quedado solo. No es una lamentación es pura percepción y posterior interpretación de la realidad, mi realidad. Pero estoy tranquilo, felizmente tranquilo. Asumir las cosas no es algo con lo que se nazca, más bien algo que se aprende; y si tienes que tropezar dos mil setecientas veces con la misma piedra para lograrlo, porque dos me parecen ridículamente pocas, lo harás. Extrañamente me siento mejor que nunca; ¿el descanso del guerrero quizás? Estoy en una barca que va a la deriva pero, paradójicamente, me siento a gusto. El mar está totalmente en calma - plato, como llegan a llamarlo algunos - y el sol calienta pero no quema. Rodeado por una infinita soledad y sin costa a la vista, sonrío. La soledad tiene la 'S' menos sibilante y la '-edad' menos melancólica - anaranjada, marrón y amarillenta, como el toldo floreado y setentero de mi terraza - que otras veces si comprendes que estás contigo y no cuando sientes que eres el resultado de tu ausencia en lugares en los que querrías estar o de compañías que desearías tener.

Esto de explicar sensaciones e intentarlas plasmar es realmente complicado porque nunca nadie jamás comprenderá tu 'matiz'. Sí, podremos creer estar hablando de lo mismo que nuestro interlocutor, hasta sonreirnos los unos a los otros y congratularnos con un 'Diós, pensamos exactamente igual' pero jamás sabremos si esa coincidencia de pensamientos es cierta. Dentro de mi ignorancia he llegado a imaginar el matiz como una larga cadena de impulsos neuronal donde cada camino neuronal genera una combinación única, un pulso eléctrico que mágicamente nos conecta al mundo de las ideas. Dudo mucho de que ambos cerebros, o los de cuantas personas crean coincidir en un mismo pensamiento, hayan atestiguado la misma combinación neuronal. En mi percepción de la vida, no somos más que estrellas separadas años luz las unas de las otras que no tienen más remedio que comprenderse por medio de las imágenes que se proyectan las unas a las otras. Imágenes ya convertidas en meros espejismos, privadas de su esencia, de su 'matiz'. Pura relatividad.

Es curioso el concurso de la vida. En el camino hacia la auténtica madurez la vivencia es tortuosa, como si te hubiesen embutido en los conductos del aire de las películas. Pero este camino es intrincado como el de un laberinto, aprieta, apenas tienes espacio, desearías estar embadurnado en aceite para poder deslizarte como una serpiente y salir de él. La salida del túnel está cerca y cuando llegas a ella caes a plomo sobre la realidad, ésa que es fruto de tus vivencias y de lo que has aprendido. En mi caso, la aceptación ha sido placentera. Quizás no se trata de esa 'catarsis' que yo creo que es sino todo un proceso de alienación puro y duro que en mi caso se ha prolongado muchísimos más años de lo normal por ser más reticente a ello, un proceso de asimilación lento pero eficaz. Aún así, no me importa, estoy asomado al mar sobre la barca y no puedo dejar de esbozar una pequeña sonrisa, porque me veo. ¿Puro espejismo? ¿El principio del fin? ¿El primer día del resto de mi vida? Chi lo sá.

Originalmente escrito el día 13-03-2011

15 mar 2011

¿Ya?

¿2011 ya? ¡No jodas! Habrá que ir escribiendo nuevos pensamientos...