Me gusta jugar con el tiempo. Más bien, él juega conmigo. Me hace ver que siempre es el mismo, sea el año que sea y sea cual sea el día. El tiempo es en realidad tridimensional, es el propio espacio. Da igual, hoy puede ser 1998 si quiero. Sólo tengo que usar mis manos a modo de marco y eliminar la parte del entorno que dé pistas del año en el que estamos. No quiero que aparezca ninguna construcción nueva ni reluciente de esas que no se hacían hace 11 años. Tampoco quiero ver el toldo o el letrero de ninguna tienda que no existiera en mi barrio por aquel entonces. ¿ Símbolos de marcas nuevas o nuevos símbolos de marcas antiguas? Tampoco. ¿ Modelos 'nuevos' de coches? Otro tanto de lo mismo. Ahora fijo el objetivo, el que sea, pero tiene que cumplir la condición de que siempre haya estado 'ahí'; violando el concepto puro de 'anacrónico' por serlo sólo en mi vida, que no llega ni a la treintena. Ese lugar que nunca cambia, que nunca ha delatado el año que es. Sí, es verdad, hoy puede ser 1998. Tres coches 'antiguos' alineados...ah, sólo tengo que encuadrarlos dentro de mi marco imaginario y ya está, ésta pudo ser una noche de mediados de los 90; yo, adulto ya, en los 90: quién lo diría...
No hay comentarios:
Publicar un comentario